Érase una pulga saltando por ahí,
paseaba alegremente cuando vio a la lombriz,
«¿Cómo está amiga mía? ¿Qué hace en el ají?»
«Yo lo estoy comiendo, ¡pues me hace feliz!»
La pulga asombrada veía al ají,
¿qué hace esta planta, qué hace aquí?
¿acaso la semilla, la plantó la perdiz?
tal vez hace tiempo, pues no se ve su raíz.
La pulga intrigada, le preguntó a la lombriz,
«¿acaso no te gustaba a ti el maíz?»
«¡Me gustaba tanto, como el mismo maní!
¡Pero ahora estoy loca por el sabroso ají!»
La pulga asustada, se dijo a sí,
¿qué tal si en verdad es de la perdiz?
¿acaso no se enojará que se coman su ají?
Y todas sus dudas, se las contó a la lombriz.
«¡Pues pena por ella, me gusta el ají!»
dijo altanera, la soberbia lombriz,
«si quiere le regalo, a ella el maíz
y que lo coma todo ella, que sea feliz».
La pulga anonadada, se fue de ahí,
no quería ver qué pasaría a la pobre lombriz,
mas ella seguía comiendo el ají
y una sombre se veía, en el cielo sin fin.
Contenta ella estaba, la golosa lombriz,
que rico masticaba, el picante ají,
la lombriz vio al cielo, la sombra vio ahí
y por no hacer caso, ¡se la llevó la perdiz!