Yo aquí despierto,
en la madrugada escribiendo,
odiando el sol de la mañana,
que deslumbra, quema y me mata
de sudor, el condenado sol,
y pensar que nos hace un favor,
pues sin él, nadie existiera,
y nadie escribiría este poema,
mas como todos los años,
solo me queda decir, ¡cómo odio el verano!
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No es haiku
El agua helada,
un gran sol enemigo,
trajes de baño.