Manos carcomidas por odios incandescentes,
podrán golpearme, quemarme, incluso matarme,
mas escuchen ya todos, ¡jamás podrán callarme!
pues yo soy quien grita libertad para las gentes
Esas manos asesinas, frías e indolentes
aquellas perversas que sueñan con ya matarme
que vengan y me maten, ¡mas no podrán callarme!
pues todos me han escuchado ¡y no serán silentes!
¡Manos! Mátenme si quieren, mátenme y verán
que las ideas no mueren, ¡ni la libertad!
¡el pueblo se ha levantado, y ahora luchará!
¡Manos! Oigan a la gente, háganlo, ¡temblarán!
la lucha ha comenzado, ¡de aquí a la eternidad!
¡el pueblo se ha levantado y no se rendirá!